PARTICIPANTES: GLENY SÁEZ, CARMEN GONZÁLEZ, AURORA GÓMEZ, SARA UTRERA Y ESPERANZA MATA
INTRODUCCIÓN
Una de las razones que ha motivado la realización de la presente memoria crítica es mirar desde el campo de saber la Historia del pensamiento sociopolítico latinoamericano y su evolución desde la constitución de la disciplina hasta el presente. Por lo tanto, la característica principal de esta retrospectiva es la reflexión profunda del estatuto epistemológico de la disciplina sociopolítica, partiendo de la transformación del historicismo clásico. Para la comprensión del pensamiento político social latinoamericano fue necesaria la utilización del estudio histórico de las ideas descritas por Cerutti, H (2000) y Gaos, J (1980) en torno a la filosofía mexicana y de los artículos complementarios sobre el pensamiento sociopolítico latinoamericano.
Desde esta concepción, el historicismo propicia el marco teórico y las herramientas conceptuales y metodológicas para abordar la realidad latinoamericana, retornando al siglo pasado para, luego, avanzar en la emancipación de la conciencia latinoamericana. Al respecto, Cerutti, H (2000) destaca que “el estudio de los procesos de constitución de los estados nacionales en la región adquiere un carácter decisivo. Quizá un examen más pormenorizado de este aspecto permitiría encontrar los lazos entre nacionalismo y filosofía que se manifestaron todavía con fuerza en el siglo XX” (p. 6).
La idea fundamental es la determinación y el reconocimiento de la historicidad del espíritu, la proclamación de la originalidad y la individualidad en función de las circunstancias y la conexión del pensamiento con las estructuras espacio-temporales que encuadran la realidad latinoamericana. En relación a ello, Arpini, A (2003) revela que “el conocimiento de la realidad se funda en la naturaleza humana. El mundo exterior y el yo se dan al mismo tiempo y con la misma seguridad en la vivencia” (p. 8), lo que indica que la realidad y lo conocido (vivencia) son equivalente al sujeto y el objeto, por ello, se hallan estructuralmente unidas las vivencias del pasado, constituyendo un todo inherentemente ideológico. Según Gaos, J (1980):
Ninguna idea es sólo lo que ella por su exclusiva apariencia es. Toda idea se singulariza sobre el fondo de otras ideas y contiene dentro de sí la referencia a éstas. Pero además ella y la textura o complexo de ideas a que pertenece, no son sólo ideas, esto es, no son puro 'sentido' abstracto y exento que se sostenga a sí mismo y represente algo completo, sino que una idea es siempre reacción de un hombre a una determinada situación de su vida. Es decir, que sólo poseemos la realidad de una idea, lo que ella íntegramente es, si se la toma como concreta reacción a una reacción concreta. Es, pues, inseparable de ésta (p. 7).
El propósito implícito de la historia de las ideas latinoamericanas es el análisis crítico del nacionalismo convertido en una clave hermenéutica en la historiografía que lucha por la reconstrucción de la historia de las ideas filosóficas. Al respecto, Arpini, A (2003) enfatiza que “la noción misma de nación y la soberanía que se le adjudicaba desde el XIX al menos está en crisis y, por ello, conviene no perder de vista esta clave y sensibilizarnos frente a su presencia historiográfica” (p. 7). En el fondo, lo que permite “el filosofar desde la óptica de Latinoamérica” es la revisión de los giros copernicano y lingüístico desde otros parámetros. Por ello, es necesario partir el discurso con la siguiente interrogante: ¿Cómo ha sido la cosmovisión del pensamiento socioeconómico latinoamericano? Desde esta mirada, se podrá integrar elementos divergentes y aún contradictorios de la historia, visualizando la estructura dinámica y la articulación necesita para la reconstrucción de la realidad latinoamericana.
Retrospectiva de la Realidad
Considerando a Rosanvallon, P (2003) “la historia no consiste solamente en apreciar el peso de las herencias, en “esclarecer” simplemente el presente a partir del pasado, sino que intenta hacer revivir la sucesión de presentes tomándolos como otras experiencias que informan sobre la nuestra” (p. 25). Lo que induce a una retórica dónde se visualice ¿cómo los individuos y los grupos han elaborado su comprensión de las situaciones, de enfrentar los rechazos y las adhesiones? descomponiendo los distintos elementos que forman el concepto de nación, en la búsqueda de restituir los significados que tuvieron los grupos dirigentes revolucionarios en la sociedad latinoamericana.
La situación descrita, retoma la historiografía mexicanista, compartida en buena medida por los países de la América Latina (excepto el Caribe hispánico), para contrastar al período político de las reformas liberales e instauración republicana entre 1857 y 1885, como la época del fortalecimiento del orden neocolonial y, en el caso de México, Brasil, Chile y Argentina, del crecimiento económico y la modernización de las antiguas estructuras heredadas de la sociedad colonial. Las controversias en torno al modelo de crecimiento económico y el significado histórico del concepto dependentista, han propiciado el surgimiento de los circuitos mercantiles que paulatinamente integraron el mercado nacional de los países latinoamericanos y, por tanto, sentaron las bases del desarrollo en un contexto tradicional. Al respecto, Cerutti, H (2000) señala que “La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que se le acomoden y grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales, de composición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos de práctica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de monarquía en Francia” (p. 5).
Sobre esta base, las políticas económicas de las nuevas repúblicas (con presencia significativa del mercado norteamericano sobre todo en México y Centroamérica), a partir de 1880, se orientaron hacia las inversiones extranjeras, al impulso de la economía agro-minero-exportadora, al fomento del sector banca y servicios y al proteccionismo arancelario de la época de las llamadas "industrias nuevas" entre las que se comprendían las agroindustrias del mercado interno y la expansión de las compañías textiles por acciones en México, Colombia, Ecuador, Perú y Argentina, que formaron al final del siglo XIX la primera industria ligera de importancia dentro del conjunto iberoamericano.
Luego, aparecieron dos corrientes de pensamiento que tuvieron una importante influencia en los gobiernos de América Latina: el denominado “desarrollismo” de finales de los años ´50 que tuvo su auge en los años ´60 y ´70 y el pensamiento denominado “neoliberal” que se desapareció en la década del ´90 en la región, prometiendo mejoras en la estructura productiva y en el orden social de nuestros países latinoamericanos. El uno basado en la acción del Estado como actor principal para generar un proceso de industrialización importante en la región que reduciría la dependencia en relación a países de mayor desarrollo y el otro, proponiendo al mercado como el único capaz de ordenar los factores económico de forma de hacer más competitivas nuestras economías en un escenario internacional globalizado.
Esta postura historiográfica demuestra que existen ciertos los postulados de la teoría de la dependencia, que plantearón, que el desarrollo de la economía de ciertos países latinoamericanos estuvo sujeto a la expansión de otras economías dominantes, demostrando que no hubo desarrollo autónomo y que solo se le dio continuidad a la subordinación económica de América Latina a través de sus antiguas metrópolis europeas. En la perspectiva del análisis histórico, cobra interés el estudio de la segunda mitad del siglo XIX latinoamericano porque la historiografía ubica, en este período, el arranque de la influencia europea a partir de la conclusión de las reformas liberales. En referencia a ello, Cerutti, H (2000) considera que:
Los pensamientos de la dependencia, de la liberación, la pedagogía del oprimido, el teatro popular fueron manifestaciones de esta actitud y articularon, hasta hoy, modos de aproximarse a la realidad. La realidad demanda ser pensada, diagnosticada (si se acepta la metáfora clínica, de muy dudosas connotaciones), examinada con todo detalle y hacerlo es subversivo. Mucho más si el pensar se ejerce desde parámetros de conceptualización propia (p. 6)
Lo anterior, conlleva a una consigna innovadora de pensamiento, a partir del precolombino hasta la actualidad, repensando la realidad como un requisito ineludible para la formación y consolidación de estados nacionales, los cuales se gestaron históricamente de arriba abajo (desde los gobiernos hacia las bases de las sociedades). Es claro que existe todavía una insuficiencia de un pensamiento político propio en los países latinoamericanos, arraigado sobre bases axiológicas y filosóficas de generación nacional. Lo que indica, que aún falta la producción de un pensamiento propio que genere una justificación de la propia razón de ser del latinoamericano y de la aplicación de un modelo de Estado acorde a la madurez de un ciudadano políticamente ilustrado, crítico y ante todo productor de pensamiento.
Repensar la Realidad
Al llegar a este punto, es necesario reflexionar ¿Cuál es la realidad social, histórica, cultural y política sumergida en la historicidad? Es la realidad cotidiana la que se necesita repensar, la del mundo de todos los días, o es la microrrealidad, por oposición a las macrodecisiones que en política y en economía se toman sin consultar a los afectados y sin consideración a las consecuencias en esa realidad del ser humano que vive todos los días. La cotidianidad aparece, entonces, como el ámbito de experiencias a ser elaboradas por la filosofía. Ahora bien, esa realidad según Cerutti, H (2000) tiene que ver con:
lo que está siendo y con lo que todavía no es, pero puede ser. Con lo que se desea o anhela, con lo que se necesita o proyecta, con lo que se promete y se sueña despierto. Por eso, la posibilidad, la virtualidad, la potencialidad y la deseabilidad son áreas de trabajo de la reflexión latinoamericanista y lo han sido de diversas formas, como lo muestra un estudio acucioso del pasado de nuestro pensamiento, o debería mostrarlo (p. 10)
Por lo tanto, la realidad de la historia latinoamericana debe ser planteada desde la óptica democrática, participativa, protagónica, con igualdad, con valores y especial equilibrio entre la justicia social y la libertad de las naciones. Se trata de un cambio profundo de la manera de ver al mundo, a Latinoamérica y a su economía, para lo cual se requiere tener espacios mentales muy abiertos y una actitud al cambio. El destino latinoamericano está definitivamente atado a condiciones de: eficiencia sociopolítica, libre competencia, protección del ambiente, productividad y solidaridad.
Toda la realidad se ofrece a la actividad filosófica de los seres humanos, mujeres y varones, como objeto de su reflexión. No solo no hay limitaciones de principio, sino que no debe haberlas; mucho menos censuras o imposiciones. Pero las urgencias de la vida colectiva hacen que la realidad histórica cotidiana tenga una prioridad y así se constata históricamente. La filosofía ha cumplido ante esa realidad funciones sociales, políticas, simbólicas a partir de una función básica o voluntad epistémica preponderante. La participación de la gente en la vida de la colectividad constituye un instrumento indispensable para hacer realidad el poder del pueblo, propiciando en la gente el encuentro con su propio camino.
CONCLUSIONES
La realidad latinoamericana no se preconcibe desde el vacío, al contrario, se piensa siempre en situación y esta requiere examen, porque incluye un conjunto de aspectos: de proveniencia social, de temporalidad, de finalidad o teleológicos, valorativos o axiológicos, de capacitación o entrenamiento, de actitudes, hábitos o disciplinas de trabajo. Estos diversos niveles relacionados no se explicitan, se los destierra a una participación implícita y espontánea.
Por lo tanto, existe una imperiosa necesidad de incorporar a la sociedad civil de los países latinoamericanos en las labores relacionadas con el proceso de la gestión pública para superar sus deficiencias en la satisfacción de las realidades y exigencias de la sociedad, planteándose hoy, como la alternativa para superar las crisis recurrentes de gobernabilidad que se generan con la aplicación tanto del modelo de Estado Paternalista como del modelo de Estado mínimo propio del esquema neoliberal.
Lo que se pretende, a partir de las nuevas realidades es que las cosmovisiones del pensamiento socioeconómico latinoamericano se fundamente en el liderazgo que nace en la comunidad y en las decisiones que parten desde adentro de la comunidad misma y en los individuos que participan en ella.
REFERENCIAS
Arpini, A (2003) Estudios de Historia de las Ideas Latinoamericanas. Mendoza: Universidad de Cuyo.
Cerutti, H (2000) Filosofar desde nuestra América. Ensayo problematizador de su "modus operandi". México: Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos y Centro Reginal de Investigaciones Multidisciplinarias (UNAM).
Gaos, J (1980) En torno a la filosofía mexicana. México: Alianza Editorial.
Rosanvallon, P (2003) Para una historia conceptual de lo político. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.
INTRODUCCIÓN
Una de las razones que ha motivado la realización de la presente memoria crítica es mirar desde el campo de saber la Historia del pensamiento sociopolítico latinoamericano y su evolución desde la constitución de la disciplina hasta el presente. Por lo tanto, la característica principal de esta retrospectiva es la reflexión profunda del estatuto epistemológico de la disciplina sociopolítica, partiendo de la transformación del historicismo clásico. Para la comprensión del pensamiento político social latinoamericano fue necesaria la utilización del estudio histórico de las ideas descritas por Cerutti, H (2000) y Gaos, J (1980) en torno a la filosofía mexicana y de los artículos complementarios sobre el pensamiento sociopolítico latinoamericano.
Desde esta concepción, el historicismo propicia el marco teórico y las herramientas conceptuales y metodológicas para abordar la realidad latinoamericana, retornando al siglo pasado para, luego, avanzar en la emancipación de la conciencia latinoamericana. Al respecto, Cerutti, H (2000) destaca que “el estudio de los procesos de constitución de los estados nacionales en la región adquiere un carácter decisivo. Quizá un examen más pormenorizado de este aspecto permitiría encontrar los lazos entre nacionalismo y filosofía que se manifestaron todavía con fuerza en el siglo XX” (p. 6).
La idea fundamental es la determinación y el reconocimiento de la historicidad del espíritu, la proclamación de la originalidad y la individualidad en función de las circunstancias y la conexión del pensamiento con las estructuras espacio-temporales que encuadran la realidad latinoamericana. En relación a ello, Arpini, A (2003) revela que “el conocimiento de la realidad se funda en la naturaleza humana. El mundo exterior y el yo se dan al mismo tiempo y con la misma seguridad en la vivencia” (p. 8), lo que indica que la realidad y lo conocido (vivencia) son equivalente al sujeto y el objeto, por ello, se hallan estructuralmente unidas las vivencias del pasado, constituyendo un todo inherentemente ideológico. Según Gaos, J (1980):
Ninguna idea es sólo lo que ella por su exclusiva apariencia es. Toda idea se singulariza sobre el fondo de otras ideas y contiene dentro de sí la referencia a éstas. Pero además ella y la textura o complexo de ideas a que pertenece, no son sólo ideas, esto es, no son puro 'sentido' abstracto y exento que se sostenga a sí mismo y represente algo completo, sino que una idea es siempre reacción de un hombre a una determinada situación de su vida. Es decir, que sólo poseemos la realidad de una idea, lo que ella íntegramente es, si se la toma como concreta reacción a una reacción concreta. Es, pues, inseparable de ésta (p. 7).
El propósito implícito de la historia de las ideas latinoamericanas es el análisis crítico del nacionalismo convertido en una clave hermenéutica en la historiografía que lucha por la reconstrucción de la historia de las ideas filosóficas. Al respecto, Arpini, A (2003) enfatiza que “la noción misma de nación y la soberanía que se le adjudicaba desde el XIX al menos está en crisis y, por ello, conviene no perder de vista esta clave y sensibilizarnos frente a su presencia historiográfica” (p. 7). En el fondo, lo que permite “el filosofar desde la óptica de Latinoamérica” es la revisión de los giros copernicano y lingüístico desde otros parámetros. Por ello, es necesario partir el discurso con la siguiente interrogante: ¿Cómo ha sido la cosmovisión del pensamiento socioeconómico latinoamericano? Desde esta mirada, se podrá integrar elementos divergentes y aún contradictorios de la historia, visualizando la estructura dinámica y la articulación necesita para la reconstrucción de la realidad latinoamericana.
Retrospectiva de la Realidad
Considerando a Rosanvallon, P (2003) “la historia no consiste solamente en apreciar el peso de las herencias, en “esclarecer” simplemente el presente a partir del pasado, sino que intenta hacer revivir la sucesión de presentes tomándolos como otras experiencias que informan sobre la nuestra” (p. 25). Lo que induce a una retórica dónde se visualice ¿cómo los individuos y los grupos han elaborado su comprensión de las situaciones, de enfrentar los rechazos y las adhesiones? descomponiendo los distintos elementos que forman el concepto de nación, en la búsqueda de restituir los significados que tuvieron los grupos dirigentes revolucionarios en la sociedad latinoamericana.
La situación descrita, retoma la historiografía mexicanista, compartida en buena medida por los países de la América Latina (excepto el Caribe hispánico), para contrastar al período político de las reformas liberales e instauración republicana entre 1857 y 1885, como la época del fortalecimiento del orden neocolonial y, en el caso de México, Brasil, Chile y Argentina, del crecimiento económico y la modernización de las antiguas estructuras heredadas de la sociedad colonial. Las controversias en torno al modelo de crecimiento económico y el significado histórico del concepto dependentista, han propiciado el surgimiento de los circuitos mercantiles que paulatinamente integraron el mercado nacional de los países latinoamericanos y, por tanto, sentaron las bases del desarrollo en un contexto tradicional. Al respecto, Cerutti, H (2000) señala que “La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que se le acomoden y grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales, de composición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos de práctica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de monarquía en Francia” (p. 5).
Sobre esta base, las políticas económicas de las nuevas repúblicas (con presencia significativa del mercado norteamericano sobre todo en México y Centroamérica), a partir de 1880, se orientaron hacia las inversiones extranjeras, al impulso de la economía agro-minero-exportadora, al fomento del sector banca y servicios y al proteccionismo arancelario de la época de las llamadas "industrias nuevas" entre las que se comprendían las agroindustrias del mercado interno y la expansión de las compañías textiles por acciones en México, Colombia, Ecuador, Perú y Argentina, que formaron al final del siglo XIX la primera industria ligera de importancia dentro del conjunto iberoamericano.
Luego, aparecieron dos corrientes de pensamiento que tuvieron una importante influencia en los gobiernos de América Latina: el denominado “desarrollismo” de finales de los años ´50 que tuvo su auge en los años ´60 y ´70 y el pensamiento denominado “neoliberal” que se desapareció en la década del ´90 en la región, prometiendo mejoras en la estructura productiva y en el orden social de nuestros países latinoamericanos. El uno basado en la acción del Estado como actor principal para generar un proceso de industrialización importante en la región que reduciría la dependencia en relación a países de mayor desarrollo y el otro, proponiendo al mercado como el único capaz de ordenar los factores económico de forma de hacer más competitivas nuestras economías en un escenario internacional globalizado.
Esta postura historiográfica demuestra que existen ciertos los postulados de la teoría de la dependencia, que plantearón, que el desarrollo de la economía de ciertos países latinoamericanos estuvo sujeto a la expansión de otras economías dominantes, demostrando que no hubo desarrollo autónomo y que solo se le dio continuidad a la subordinación económica de América Latina a través de sus antiguas metrópolis europeas. En la perspectiva del análisis histórico, cobra interés el estudio de la segunda mitad del siglo XIX latinoamericano porque la historiografía ubica, en este período, el arranque de la influencia europea a partir de la conclusión de las reformas liberales. En referencia a ello, Cerutti, H (2000) considera que:
Los pensamientos de la dependencia, de la liberación, la pedagogía del oprimido, el teatro popular fueron manifestaciones de esta actitud y articularon, hasta hoy, modos de aproximarse a la realidad. La realidad demanda ser pensada, diagnosticada (si se acepta la metáfora clínica, de muy dudosas connotaciones), examinada con todo detalle y hacerlo es subversivo. Mucho más si el pensar se ejerce desde parámetros de conceptualización propia (p. 6)
Lo anterior, conlleva a una consigna innovadora de pensamiento, a partir del precolombino hasta la actualidad, repensando la realidad como un requisito ineludible para la formación y consolidación de estados nacionales, los cuales se gestaron históricamente de arriba abajo (desde los gobiernos hacia las bases de las sociedades). Es claro que existe todavía una insuficiencia de un pensamiento político propio en los países latinoamericanos, arraigado sobre bases axiológicas y filosóficas de generación nacional. Lo que indica, que aún falta la producción de un pensamiento propio que genere una justificación de la propia razón de ser del latinoamericano y de la aplicación de un modelo de Estado acorde a la madurez de un ciudadano políticamente ilustrado, crítico y ante todo productor de pensamiento.
Repensar la Realidad
Al llegar a este punto, es necesario reflexionar ¿Cuál es la realidad social, histórica, cultural y política sumergida en la historicidad? Es la realidad cotidiana la que se necesita repensar, la del mundo de todos los días, o es la microrrealidad, por oposición a las macrodecisiones que en política y en economía se toman sin consultar a los afectados y sin consideración a las consecuencias en esa realidad del ser humano que vive todos los días. La cotidianidad aparece, entonces, como el ámbito de experiencias a ser elaboradas por la filosofía. Ahora bien, esa realidad según Cerutti, H (2000) tiene que ver con:
lo que está siendo y con lo que todavía no es, pero puede ser. Con lo que se desea o anhela, con lo que se necesita o proyecta, con lo que se promete y se sueña despierto. Por eso, la posibilidad, la virtualidad, la potencialidad y la deseabilidad son áreas de trabajo de la reflexión latinoamericanista y lo han sido de diversas formas, como lo muestra un estudio acucioso del pasado de nuestro pensamiento, o debería mostrarlo (p. 10)
Por lo tanto, la realidad de la historia latinoamericana debe ser planteada desde la óptica democrática, participativa, protagónica, con igualdad, con valores y especial equilibrio entre la justicia social y la libertad de las naciones. Se trata de un cambio profundo de la manera de ver al mundo, a Latinoamérica y a su economía, para lo cual se requiere tener espacios mentales muy abiertos y una actitud al cambio. El destino latinoamericano está definitivamente atado a condiciones de: eficiencia sociopolítica, libre competencia, protección del ambiente, productividad y solidaridad.
Toda la realidad se ofrece a la actividad filosófica de los seres humanos, mujeres y varones, como objeto de su reflexión. No solo no hay limitaciones de principio, sino que no debe haberlas; mucho menos censuras o imposiciones. Pero las urgencias de la vida colectiva hacen que la realidad histórica cotidiana tenga una prioridad y así se constata históricamente. La filosofía ha cumplido ante esa realidad funciones sociales, políticas, simbólicas a partir de una función básica o voluntad epistémica preponderante. La participación de la gente en la vida de la colectividad constituye un instrumento indispensable para hacer realidad el poder del pueblo, propiciando en la gente el encuentro con su propio camino.
CONCLUSIONES
La realidad latinoamericana no se preconcibe desde el vacío, al contrario, se piensa siempre en situación y esta requiere examen, porque incluye un conjunto de aspectos: de proveniencia social, de temporalidad, de finalidad o teleológicos, valorativos o axiológicos, de capacitación o entrenamiento, de actitudes, hábitos o disciplinas de trabajo. Estos diversos niveles relacionados no se explicitan, se los destierra a una participación implícita y espontánea.
Por lo tanto, existe una imperiosa necesidad de incorporar a la sociedad civil de los países latinoamericanos en las labores relacionadas con el proceso de la gestión pública para superar sus deficiencias en la satisfacción de las realidades y exigencias de la sociedad, planteándose hoy, como la alternativa para superar las crisis recurrentes de gobernabilidad que se generan con la aplicación tanto del modelo de Estado Paternalista como del modelo de Estado mínimo propio del esquema neoliberal.
Lo que se pretende, a partir de las nuevas realidades es que las cosmovisiones del pensamiento socioeconómico latinoamericano se fundamente en el liderazgo que nace en la comunidad y en las decisiones que parten desde adentro de la comunidad misma y en los individuos que participan en ella.
REFERENCIAS
Arpini, A (2003) Estudios de Historia de las Ideas Latinoamericanas. Mendoza: Universidad de Cuyo.
Cerutti, H (2000) Filosofar desde nuestra América. Ensayo problematizador de su "modus operandi". México: Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos y Centro Reginal de Investigaciones Multidisciplinarias (UNAM).
Gaos, J (1980) En torno a la filosofía mexicana. México: Alianza Editorial.
Rosanvallon, P (2003) Para una historia conceptual de lo político. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.