viernes, 20 de junio de 2008

MEMORIA CRÍTICA: ¿Cómo se constituye hoy el sujeto pedagógico (maestro- participante o alumno, contenido y evaluación)?


Hoy en día, el reto educativo es enorme, porque el sujeto pedagógico que se busca debe lograr el objetivo fundamental que es “la formación de un hombre nuevo”, aspecto esencial del proceso para una “educación en todos los espacios del ser humano”. Entonces, la Educación tiene el reto de acabar con la estructura rígida del modelo educativo tradicional, el de las asignaturas fraccionadas y promover el saber holístico, el intercambio de experiencias y una visión compleja de la realidad, que permita a todos los involucrados en el proceso educativo valorar otras alternativas de aprendizaje, tales como aprendizaje experimental, transformacional, por sentimientos, por descubrimiento y por proyectos.

Es una educación integral capaz de alcanzar una transformación social, fundamentada en el desarrollo integral del nuevo ser social, humanista y ambientalista: aprender a crear, aprender a participar, aprender a valorar y aprender a reflexionar. Al respecto, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) plantea “la formación de un ciudadano y una ciudadana transformadores, con principios y valores de cooperación, solidaridad, convivencia, unidad e integración, que garanticen dignidad y bienestar individual y colectivo”

Desde esta perspectiva, Simón Rodríguez señaló la necesidad de “formar una nueva ciudadanía con conciencia social, comprometida con el desarrollo de las políticas sociales y garante de su adecuada implementación”, y Bolívar destacó la condición de “transformar la escala de valores capitalistas por una centrada en el ser humano, trascender el colonialismo eurocéntrico capitalista, que negó al ser humano la capacidad de reconocerse en sus congéneres y de sentir solidaridad con sus sufrimientos, dolores y carencias”. Esto significa, que se ha considerado la necesidad de desarrollar una personalidad en función de la formación del espíritu y el corazón de los ciudadanos, además de para el ejercicio del trabajo en la sociedad y de la capacitación para la vida social y humana. Esta concepción reconoce los sentimientos como parte inherente al logro de los objetivos educativos, lo que permite afirmar que la educación se está encaminando hacia el desarrollo humano y la formación del ser social, lo que implica garantizar la universalización de los derechos fundamentales.

Ahora bien, Heller (1982: 9) manifiesta que “Sentir significa estar implicado en algo”, por lo que los sentimientos se traducen en las emociones que se experimentan en las diversas situaciones del diario vivir, por lo tanto, son la respuesta física y espiritual de la forma en que siente y reacciona el ser humano ante los eventos de la vida diaria, por ello, son naturales pertenecen al mundo afectivo o espiritual. Con palabras de Gurmendez, C (1993: 5), “Los sentimientos son simples vivencias y también experiencias. Es precisamente esta última la que hace de la realidad subjetiva una evidencia objetiva. Ello quiere decir que sentimental y subjetivamente se constituyen los sentimientos objetivos”. Por esta razón, no es posible evitar que sucedan y están regidos por las leyes que gobiernan el funcionamiento energético del cerebro y la información de la memoria. Sin embargo, ahora nos encontramos con un efecto de complementariedad especial y añadido al normal. Es decir, la inteligencia opera dos veces, la primera como gestor de la memoria y, la segunda, como analista de la información perteneciente al mundo afectivo o espiritual.

Por lo tanto, inhibir un sentimiento corresponde a fomentar un anhelo, y postergar un anhelo fomenta una frustración o una vehemencia. Los sentimientos necesitan de un cauce para ser satisfechos y hacernos sentir completos. Al respecto, Maslow, en su Teoría de las necesidades afirma la unidad del hombre al nivel de generalidad, incluye en la lista de la clase cognoscitivo-afectiva: la curiosidad satisfecha, el sentimiento de aprender y saber cada vez más, mientras que en la lista de la clase cognoscitiva se halla: la experiencia mística con iluminación y visión interior.

A nuestro entender, los sentimientos son emociones o impulsos de la sensibilidad hacia lo sentido. Ahora bien, ¿dado que todos los individuos manifiestan sentimientos en diferentes situaciones, se puede decir que nunca hay dos situaciones iguales ni dos personas que manifiesten la misma intensidad del sentimiento desencadenado por un evento común a ellos?, Evidentemente, las personas responden de manera diferente a los sentimientos ajenos, algunas veces positivamente y otras negativamente. Ésta es la primordial pauta por la cual se satisface o se inhibe.

Una de las características del sentimiento es la temporalidad, propiedad que surge de la transitoriedad con el cual los mismos permanecen en la mente del sujeto. Las situaciones vividas y las experiencias racionales del hombre cambian continuamente en función al espacio y el tiempo donde el individuo ejecuta su realidad, de allí se desprende que los sentimientos son: temporales, sucesivos y espaciales. Los sentimientos pueden ser transitorios o fortuitos, tal como ocurre con la alegría o la tristeza, ambas son pasajeras y cambian de un momento a otro según las ocupación y rutinas del sujeto, ya que los sentimientos existen y duran pero no se sabe cuando se apagan, al igual que en el caso contrario, sentimientos que no florecen y se esfuman al instante, se pierden o se quedan en el camino.

En la formación de los sentimientos también actúa el entorno del sujeto, debido a que en el mismo existen fortísimas situaciones y circunstancias que impactan sus vivencias y del cual no se encuentra exento, esto sucede por la presencia de la relación espacio-tiempo imposible de evadir, que evidencia en la construcción de los sentimiento del hombre, la influencia de las circunstancias y situaciones que ocurren y que van de afuera hacia dentro, cambiando la intensidad de la vivencia y experiencia subjetiva. En este sentido, y en lo que respecta a formación del pensamiento, no se puede dejar de contemplar que pueda existir la generación de sentimientos independientes a partir de las situaciones particulares y subjetivas de lo que siente el hombre.

El sujeto aprende de sus experiencias y quedan en su interior, permitiendo con ello retener y dejar plasmada una vivencia o sentimiento que en el tiempo puede volverse a repetir, es por ello que se puede decir que la evidencia objetiva hace la realidad subjetiva, o lo que es lo mismo, que sentimental y subjetivamente se constituyen los sentimientos objetivos, por ejemplo, un individuo puede sentirse alegre, pero llega una noticia y la situación cambia de alegría a tristeza, o también puede ocurrir que un sentimiento pueda ser experimentado nuevamente cuando se repitan las mismas circunstancias que lo originan.

Lo verdaderamente importante es actuar responsablemente con los sentimientos, tanto en palabras como en acciones, se aprende a respetarse a sí mismo y a respetar a otros. Es muy difícil actuar responsablemente cuando las acciones son el resultado de la vehemencia. Por el contrario, los sentimientos enriquecen y fomentan la satisfacción y felicidad del ser, disfrute que se necesita para encontrar sentido a la vida. Sin embargo, el sentimiento siempre es irracional e irreflexivo por ser contrario a la razón. Por ello, las emociones son un reflejo y a su vez un efecto, cuando sentimos algo, se descubre el tiempo original, es decir el que es diferente del que esta en movimiento. Se describe al sentimiento como la cuarta dimensión espacio-tiempo, ya que a través del pensamiento se retrotrae lo que se vive; a través e ella se pueden evocar lugares y espacios, razón por la cual se constituye “la geometría sentimental”.

En la formación de la memoria humana los sentimientos crean la memoria involuntaria. La memoria involuntaria se forma al percibir y captar los sentimientos y realidades de forma automática a través de los sentidos, por ejemplo, la captación de un aroma, luego evoca un recuerdo. El continuo movimiento de la memoria los hace volátiles y efímeros ya que los sentimientos siempre cambian y se superponen unos sobre otros. La reminiscencia es otra forma de vivir la existencia que se ha ido, y que le permite al sujeto recordar lo vivido pero una vez que aparece es fugaz y su imagen no logra devolver totalmente el pasado. La reminiscencia es el pensamiento no monótono, especial, aquellos que da la conciencia con fragmentos desiguales, son aquellos que evocan un momento y sentimiento muy especial que le permite al hombre “salirse del calendario”.

Cuando un momento se interioriza nace el “tiempo sentimental” que puede variar en grado de intensidad con la experiencia y vida del hombre, así como también en duración y extensión cambiando el estado anímico del sujeto, en sucesivos cambios que aparecen y desaparecen dando lugar a otros, como es el caso de la alegría, por ejemplo, ya que si es breve, refleja el estado anímico de estar contento, si es prologado se experimenta satisfacción, y si se hace permanente y cómoda es holgazanería, manifestando de esta forma distintos estadíos de la alegría según el lapso y tiempo de duración, por lo cual pueden concebirse los sentimientos con un carácter aritmético al ser medido y calculado.

Sin ir más lejos, Gurmendez, C (1993: 4), C manifiesta que “los sentimientos son temporales, sucesivos y a la vez espaciales, simultáneos, es decir, psicológicamente no duran siempre, pero ontológicamente pueden determinar el carácter de una persona. Se puede permanecer y sentirse triste toda una vida, aunque la tristeza es un sentimiento fortuito y transitorio. Ya se vivan sucesiva o simultáneamente los sentimientos son el «pasajero del alma» que va de un sentir a otro y no se fija en ninguno. Acaecen, se adentran por el pasillo interior y secreto del corazón, pero no se eternizan”. Hasta el presente, según Scheler, M (2003: 4) la filosofía tiende a “un prejuicio que tiene su origen histórico en el modo antiguo de pensamiento. Consiste en una división, completamente inadecuada a la estructura del espíritu, entre razón y sensibilidad. Esta separación exige, en cierto modo, que se atribuya todo aquello que no es razón (orden, ley y semejantes) a la sensibilidad (lo alógico en el espíritu: intuir, sentir, tender, amar y odiar)”.

Por ello, se concibe hoy el sujeto pedagógico como la aceptación y valoración de sí mismo como persona e incluye la capacidad de adquirir autonomía y toma de decisiones en las áreas físicas, intelectuales, sensitivas y expresivas, por lo que implica la expresión, identificación, regulación de emociones y sentimientos para lograr la socialización. El sujeto aprende de sus experiencias y quedan en su interior, permitiendo con ello, retener y dejar plasmada la vivencia o sentimiento que con el tiempo puede volverse a repetir, con esto se observa que lo ocurrido pasa pero el sentimiento se conserva para siempre en el tiempo. Desde éste punto de vista puede verse que en el sentimiento actúan las variables tiempo y espacio. El tiempo se puede evocar en formas distintas y siempre cambiar y estar en movimiento en el espacio de la historia del acontecer cotidiano. El comportamiento del sujeto no solo es la expresión de lo que siente, es necesario reflexionar y analizar lo que acontece en su espacio y alrededor de su presente.

El tiempo y la experiencia vivida por el hombre, da tonalidades y grados a las emociones tomando como base las circunstancias particulares de la vida del sujeto. Los tonos de la alegría, por ejemplo, pueden ser vivos, gozosos, expansivos o de melancolía que pueden ser quejumbrosos, desesperados o delicados, tomando un tono dominante según el momento que atraviese el sujeto. La tonalidad de los sentimientos se conjuga desde el exterior hacia el interior del hombre, así como también se experimenta el ritmo de la formación de los sentimientos dado a que éstos no se incorporan en la experiencia humana de una manera desordenada o desacoplada, sino que lo hacen en forma paulatina, unitaria y sucesiva que explica el sentido de lo que siente el sujeto orientándolo a una meta final de una forma concreta. Por ejemplo, la vida sentimental del hombre sigue un patrón y ritmo, si una relación sentimental es corta, los sentimientos son descompasados, en cambio, si es larga la realidad expresa la conjugación de sentimientos, es decir, los ritmos son los eslabones que crean el proceso sentimental. Es por esto que Heller, A (1982: 14) señala que “sentir significa estar implicado en algo. Tal implicación…es parte estructural inherente de la acción y el pensamiento”

En referencia a esto, Scheler (2003) utilizó la fenomenología para estudiar los fenómenos emocionales y sus respectivas intencionalidades (los valores, la ética). Scheler es, junto a Edmund Husserl y Martín Heidegger, uno de los principales representantes de la fenomenología, un método filosófico de principios del siglo XX basado en la intuición espiritual o contemplación de las esencias de las cosas. Al respecto esta esencia viene dada por la aparición de vivencias emocionales positivas o negativas, estas van a depender de que se satisfaga o no las necesidades y exigencias que presenta la sociedad. Mientras que en la antigüedad, según Heller (1982) “el sentimiento era fundamentalmente una cuestión ética, y el análisis de los sentimientos se subordinaba siempre al análisis de las virtudes”.

Esta división no depende del valor que estas vivencias tengan para el hombre, sino que caracteriza únicamente la relación que hay entre las causas que las producen, la necesidad del hombre y las exigencias sociales. Los objetos y fenómenos que permiten satisfacer las necesidades o que corresponden a las exigencias sociales causarán una vivencia emocional positiva (satisfacción, alegría. Amor, etcétera). Por el contrario, todo aquello que dificulta la satisfacción de las necesidades o no se esta de acuerdo con las exigencias de la sociedad motivará vivencias emocionales negativas (insatisfacción, tristeza, angustia, miedo, etc.). Todo esto nos evidencia que las necesidades humanas son muy variadas y los fenómenos reales son muy diversos. Es por esto, que Heller, A (1982: 14) señala “Con entera independencia respecto del objeto en que uno se ve implicado, la implicación puede afectar a sólo parte de la personalidad o a toda ella, puede ser momentánea o continuada, intensiva o extensiva, profunda o superficial, estable o en expansión, orientada hacia el pasado, el presente o el futuro. Por supuesto, todo eso son sólo aspectos; en la práctica, cada implicación incluye una combinación de varios de esos aspectos”.

A diferencia de los otros filósofos, Scheler pone su método al servicio de la ética proponiendo un enfoque complementario del racionalismo kantiano, que quiere dar mayor relieve a los sentimientos y superar la absurda separación entre la razón y la sensibilidad. De esta forma, Scheler construye una teoría ética a la que da el nombre de «ética material de los valores», donde se hace eco de las tesis de Pascal a favor de la logique du coeur, en la que se evidencia una preocupación por los valores, como parte de la teoría moral, aquí puede encontrarse un antecedente en el empeño de Scheler por promocionar los valores espirituales frente a los simplemente utilitarios, otorgando un papel fundamental a la intuición espiritual. Por ello, se considera que este autor muestra una fenomenología del amor y del odio. De igual modo hace una crítica al concepto formal de la «razón» de Kant, también hace unas consideraciones sobre el impulso que necesita el filósofo para hacer filosofía y un estudio sobre el sentido.

Desde la perspectiva de Scheler, la importancia de las emociones y del gusto espiritual por los valores, antepone una ética como actitud a la ética como pura teoría. En la sensibilización hacia los valores ve Scheler el fundamento de la actitud ética y la concepción de la filosofía como una actividad espiritual. Un aporte fundamental de Scheler ha sido la descripción de la enorme riqueza e importancia ética que posee la vida emocional del hombre. La cual es primaria respecto de todo otra forma de saber.

De igual modo, usa del método de Husserl la descripción fenomenológica y la aplicada a las emociones que relacionan a los seres humanos unos con otros y con el mundo de los valores, también le da especial importancia al amor y al odio como las actitudes radicales para la captación de los fenómenos valóricos. Es de hacer notar que, distingue la esencia de lo que es tangible, real o existente, lo que llevó a la afirmación de la independencia de los valores, eternos e inmortales, de los bienes, que serían sólo sus portadores circunstanciales. Si hacemos una introspección del individuo podemos darnos cuentas que todas estas posturas formuladas por Scheler son verdaderas, y son el punto de partidas para sucesivos estudios.

La idea de que las emociones, (los sentimientos el amor, el odio, la ira, la apatía) depende, en primer lugar, del significado que tiene para los hombres los objetos y fenómenos que las motivan, lo cual a su vez depende de cómo se ha organizado la vida del sujeto, de la importancia que han llegado a alcanzar en su vida uno u otros fenómenos o actividades, de las necesidades que son dominantes para él, de cual es su actitud con respecto a las exigencias sociales, qué motivos son los que impulsan y qué fines persigue en su actividad diaria.

Desde el punto de vista de Lobel, J y Loewenstein G (2007) “las emociones intensas pueden socavar la capacidad de una persona a la hora de tomar decisiones racionales, aún cuando el individuo sea consciente de la necesidad de tomarlas de forma cuidadosa”. Demostrando que las decisiones humanas son controladas por dos sistemas neurales: el deliberativo y el emocional. Este control emotivo, es mucho más antiguo y cumplió un papel adaptativo en los primeros humanos, ayudándolos a satisfacer sus necesidades básicas, así como a identificar rápidamente el peligro y responder ante el mismo.

Sin embargo, a medida que los humanos evolucionaron, desarrollaron la habilidad necesaria para considerar las consecuencias a largo plazo de su comportamiento y sopesar el coste y los beneficios derivados de sus elecciones. El sistema deliberativo parece estar ubicado en la corteza prefrontal del cerebro, que se desarrolló por encima de los viejos sistemas cerebrales, pero no los reemplazó. El comportamiento humano no está únicamente controlado por la deliberación o bien por la emoción, sino por los resultados de la interacción de estos dos procesos. El control emotivo es rápido, pero sólo puede responder ante una cantidad limitada de situaciones, mientras que la deliberación es mucho más flexible, aunque relativamente lenta y laboriosa. El control emotivo es el sistema por defecto para la toma de decisiones. La deliberación se activa cuando una persona encuentra una situación nueva o cuando la respuesta correcta no es evidente. El control emotivo está altamente vinculado a imágenes impactantes, la inmediatez y las primeras reacciones; lo cual significa que el sistema emocional tiende a reaccionar ante sucesos de gran impacto visual, muy recientes, y a los cuales el sujeto no está acostumbrado o no ha tenido tiempo de adaptarse.

El sistema emotivo es además sensible a las categorías en las que los humanos automáticamente ponemos las cosas y la gente que nos encontramos, lo cual, desde el punto de vista de la ley y la política social, consiste en esa distinción básica entre "nosotros" y "ellos", es decir entre los de "nuestro grupo" y los de fuera de él. Cooper (1978) señala que “Hay colectividades no institucionales en las que cada persona elige estar unida a otras por algún objetivo más o menos explícito de comprensión, sobre la base del cual todos pueden actuar eficazmente. Las colectividades institucionalizadas pueden compartir esta característica de un fin común individualmente escogido, pero en ese caso los conjuntos de reglas, implícitos o explícitos, determinan la posición de la gente en el interior de la estructura”.

Así que el sujeto pedagógico se enfoca en el humanismo social donde el ser humano y su realización tienen una concepción de carácter integral, que lo abarca como totalidad, se le concibe en su devenir histórico y en su desarrollo; aspira a su derecho de existencia plena, se encauza al desarrollo de una educación popular en todos los momentos y en todos los espacios con énfasis en lo cultural, científico, tecnológico, ideológico, valorativo, moral y ético, como manifestaciones de las necesidades de los ciudadanos, los pueblos y las comunidades, de aprender a reflexionar e interpretar el mundo que les corresponde vivir. En tal sentido, se reivindica el sentimiento de identidad, pertenencia, soberanía y libertad. Considera los aspectos relacionados con el contexto sociocultural, la interacción con el grupo de pares, adultos y adultas, el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de los deberes. Implica participación de las personas que pertenecen a un grupo social, comparten y respetan creencias, costumbres, tradiciones, valores familiares, históricos, culturales que los caracterizan.

En la conducta del sujeto pedagógico, se va logrando gradualmente una mayor estabilidad de la esfera motivacional, lo que muestra cómo de forma paulatina se va obteniendo un mayor nivel en la unidad de lo cognitivo y lo afectivo, donde son capaces de orientar su comportamiento no solo por los objetivos planteados por los adultos, sino por otros que se propone conscientemente.

Las vivencias emocionales están muy vinculadas al éxito educativo, pasando gradualmente a depender en mayor medida de sus relaciones con los compañeros y del lugar que ocupa en el grupo. La posibilidad de desarrollar un trabajo pedagógico sólido, requiere además un conjunto de exigencias para lograr la adquisición de: Sentimientos de amor y respeto hacia sí mismo y hacia la familia, de respeto hacia sus compañeros y hacia los adultos en general, así como por el trabajo de los hombres y las mujeres que laboran en su comunidad.

Por lo tanto, el aprendizaje se concibe como el proceso de apropiación por el ser humano de la cultura, bajo condiciones de orientación e interacción social. Cada uno hará suya esa cultura, en un proceso activo, reflexivo, regulado, mediante el cual, en colaboración con el otro, aprende de forma gradual acerca de los objetos, los procedimientos, las formas de actuar, de pensar, del contexto histórico social en el que se desarrolla y, de cuyo proceso dependerá su propio desarrollo, ya que precisamente como parte de su papel protagónico reproduce y produce los conocimientos.

Una exigencia en el proceso de enseñanza aprendizaje es el conocimiento y aplicación del diagnóstico, para que el docente pueda concebir y dirigir el proceso con la calidad requerida y alcanzar los objetivos propuestos. El maestro debe conocer a cada uno de sus participantes desde el punto de vista cognitivo y emocional. En los procesos de enseñanza y de aprendizaje es importante tener en cuenta los momentos de orientación, ejecución y control, en la dirección pedagógica, en correspondencia con las formas de organización que utilice.

La organización de los distintos momentos de los procesos de enseñanza y de aprendizaje es considerada una exigencia esencial para su dirección. Se trata de que al concebir su planificación queden lo suficientemente identificadas ¿cuáles son las acciones a realizar por el facilitador y cuáles son las acciones a realizar por los participantes? que permitan un logro eficiente como resultado de su desarrollo. Por ello, la nueva relación Estado-sociedad, desde la institución educativa como espacio de concreción de las acciones y como principal forma organizada, promueve la participación en los cambios institucionales y culturales necesarios, a través del crecimiento de la producción social, la búsqueda de los equilibrios y la sustentabilidad ambiental para el alcance de la calidad de vida digna; de manera que se desarrolle una sociedad de equidad y justicia social, enfocada en la construcción de un orden más justo de paz, confraternidad, hermandad y solidaridad. De manera que el hombre alcance su libertad y pueda ser constructor de su vida para llegar a ser persona.

De allí que conciba la educación centrada en el ser. Todas las personas implicadas en el proceso educativo educan y al mismo tiempo son educadas. La comunicación se convierte, en tanto, en una necesidad para el diálogo tomando en cuenta las necesidades individuales. Por tales motivos, cobra importancia el manejo del pensamiento complejo y dialéctico, que considera que el ser humano no es sólo un ser biofísico que consume y es objeto de las relaciones con el trabajo explotador; es un ser. Su individualidad construye lo colectivo, y viceversa, en la búsqueda de desarrollar su proyecto de vida. La concepción del ser humano social y espiritual implica que el proceso educativo se desarrolla de acuerdo con las potencialidades, necesidades e intereses individuales, conocimientos, habilidades, destrezas, aptitudes, actitudes y valores de cada sujeto.

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