domingo, 11 de mayo de 2008

CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO

El conocimiento del conocimiento. El Método. Traducción de Ana Sánchez (1999).

Historia de la Ciencia y de la Filosofía de la ciencia se ha centrado en cuestiones conceptuales como qué tipo de ideas eran concebibles en un determinado momento, de qué tipo de estrategias y opciones intelectuales disponían las personas durante cierto período, así como la importancia de no atribuir modelos de pensamiento modernos a autores históricos. Desde esta posición, se argumenta que la evolución de la teoría científica y el saber no provienen de la acumulación de hechos, sino de un grupo de circunstancias y posibilidades intelectuales sujetas al cambio.

La ciencia es una de las actividades que el hombre realiza, un conjunto de acciones encaminadas y dirigidas hacia determinado fin, que es el de obtener un conocimiento verificable sobre los hechos que lo rodean. En este orden, el pensamiento científico se ha ido gestando y perfilando históricamente, por medio de un proceso que se acelera notablemente a partir del Renacimiento. La ciencia se va distanciando de lo que algunos autores denominan "conocimiento vulgar", estableciendo una gradual diferencia con el lenguaje que se emplea en la vida cotidiana. Porque la ciencia no puede permitirse designar con el mismo nombre fenómenos que, aunque aparentemente semejantes, son de naturaleza diferente.




Cuando la Ciencia Normal fracasa en su propósito de dar solución a los enigmas y a sus problemas tradicionales, sobreviene un período de inseguridad profesional que, agravado por la aparición de la Anomalía, se convertirá en una verdadera crisis paradigmática.

En estas circunstancias son muchos los científicos que abandonan sus disciplinas incapaces de soportar ese estado de desordenada confusión.Poco duraría la ciencia si no fuera por esos científicos, los más jóvenes y creativos, tolerantes del derrumbamiento científico, que, embistiendo con una teoría nueva, edificarán y ordenarán una nueva tradición científica.

En este sentido, la mayor parte de los filósofos occidentales han creído en la posibilidad de llegar de forma definitiva a la verdad plena y al fondo de la realidad de las cosas. Este intento, aunque generalmente ha fracasado, no deja de ser algo valioso extrañando el deseo de forzar todo lo posible los límites del conocimiento.

Así mismo, para algunos filósofos de la ciencia, los más realistas, la meta de su disciplina es llegar a desentrañar cómo es el mundo en sí, independientemente de nosotros, es decir, su finalidad es descubrir lo que de verdadero hay en las cosas, desechando todo aquello que por subjetivo o impropio les desvíe de su camino, y es precisamente es ir apoderándose de parcelas, cada vez mayores, de verdad, a lo que llaman progreso.

Por ello, el método científico está sustentado por dos pilares fundamentales. El primero de ellos es la reproducibilidad, es decir, la capacidad de repetir un determinado experimento en cualquier lugar y por cualquier persona. Este pilar se basa, esencialmente, en la comunicación y publicidad de los resultados obtenidos. El segundo pilar es la falsabilidad. Es decir, que toda proposición científica tiene que ser susceptible de ser mentida.

Esto implica que se pueden diseñar experimentos que en el caso de dar resultados distintos a los predichos negarían la hipótesis puesta a prueba. La falsabilidad no es otra cosa que el modus tollendo tollens del método hipotético deductivo experimental. Según James B. Conant no existe un método científico. El científico usa métodos definitorios, métodos clasificatorios, métodos estadísticos, métodos hipotético-deductivos, procedimientos de medición, etcétera.

Según esto, referirse al método científico es referirse a este conjunto de tácticas empleadas para constituir el conocimiento, sujetas al devenir histórico, y que pueden ser otras en el futuro.[] Ello nos conduce tratar de sistematizar las distintas ramas dentro del campo del método científico.

Al respecto, desde que la especie humana comenzó a crear cultura, es decir, a modificar y remodelar el ambiente que la rodeaba para sobrevivir y desarrollarse, fue necesario también que comprendiera la naturaleza y las mutaciones de los objetos que constituían su entorno. Tareas que hoy resultan sencillas, como edificar una vivienda precaria, domesticar animales o trabajar la tierra, sólo pudieron ser emprendidas después de cuidadosas observaciones de todo tipo: el ciclo de los días y las noches, el de las estaciones del año, la reproducción de los animales y vegetales, el estudio del clima y de las tierras, el conocimiento elemental de la geografía, entre otros.

El conocimiento de esas épocas no se circunscribió exclusivamente al conocimiento instrumental, aplicable al mejoramiento de las condiciones materiales. Apareció simultáneamente la inquietud por conocer el sentido general del cosmos y de la vida y la toma de conciencia del hombre de su propia muerte originaron los primeros intentos de elaborar explicaciones globales de toda la naturaleza. Así aparecen la magia, posteriormente las explicaciones religiosas y más tarde los sistemas filosóficos.

Todas estas construcciones del intelecto pueden verse como parte de un amplio proceso de adquisición de conocimientos que muestra lo dificultosa que resulta la aproximación a la verdad: en la historia del pensamiento nunca ha sucedido que de pronto alguien haya alcanzado la verdad pura y completa sin antes pasar por el error. Esto implica decir que el conocimiento llega a todos nosotros como un proceso, no como un acto único donde se pasa de una vez de la ignorancia a la verdad, además de serlo desde el punto de vista histórico.

La Construcción del Conocimiento Científico. Sociología y ética de la Ciencia. Autor Gérard Fourz. Universidad de Namur (Bélgica).

El autor en este libro considera a la ciencia como una construcción social e histórica del mundo que nos rodea y formula una gran interrogante en función a esto, se pregunta a si mismo ¿A que tipo de realidad se enfrenta la ciencia? Es a partir del análisis del método científico, desmitifica la ciencia mostrando que esta no es el producto único y necesario de una racionalidad absoluta, sino que el desarrollo científico–técnico esta poderosamente influido por diferentes tipos de condiciones ya sean económicas, religiosas, sociales, éticas políticas y culturales. Por lo tanto si la ciencia no es algo puro, que reside en una esfera más allá del bien o del mal, sino que esta tiene enormes implicaciones en el hecho cotidiano, tanto la ciencia como los científicos tienen una cuota de responsabilidad desde el punto de vista ético acerca del porvenir que deseamos los seres humanos.

La lectura, esta dirigida a un lector no especialista más bien simplista, que debe desde una perspectiva interdisciplinaria, analizar conceptos científicos y filosóficos vinculados con la construcción de la ciencia como visión humana e histórica.

Se evidencia que esta obra esta dedicada a quienes quieren comprender mejor las tareas científicas y el lugar que ocupa en la vida de cada uno de nosotros. Esta obra nos ayuda a evidenciar como el esfuerzo científico conlleva siempre un proyecto humano. Evidencia de igual modo el sentido humano de las ciencias la creatividad inherente a ella; también aclara como la sociedad las produce y sus repercusiones sobre ella.

Todos estos aspectos nos hacen reflexionar acerca de la importancia del método dialéctico como un método de interpretación y de razonamiento que procede a través del despliegue de una tesis y su antitesis, resolviendo las contradicciones a través de la formulación de una síntesis natural.

Según Engels, en la dialéctica se haya una profunda investigación filosófica de la historia y de los problemas capitales de la ciencia natural, una crítica del materialismo mecanicista, del método metafísico, así como de las concepciones idealistas de la ciencia natural. Engels mostró como la concepción metafísica se quiebra interiormente debido al propio avance de la ciencia y ha de ceder su puesto al método dialéctico. Señaló asimismo cómo los naturalistas se ven obligados cada día más utilizar la dialéctica.

Observar es estructurar un modelo teórico. En la observación científica el investigador conoce el problema y el objeto de investigación, estudiando su curso natural, sin alteración de las condiciones naturales, es decir que las observaciones tienen un aspecto contemplativo, es por esto, que la observación configura la base del conocimiento de toda ciencia, y a la vez es el procedimiento empírico más generalizado del conocimiento. Compartimos el punto de vista del autor, ya que es a través de los sentidos y básicamente de la observación que nos hacemos un juicio de un hecho o acontecimiento con sólo observarlo, porque cuando observamos algo siempre tenemos que describirlos. Para lo cual debo de utilizar una serie de nociones que ya tenía con antelación. Si no existe esta noción que me permite organizar mi observación, no sabría que decir. Es por esto que la carencia de palabras para nombrar lo que vemos nos hace constatar la importancia de las nociones teóricas para poder realizar las observaciones más básicas.

En el mismo orden de ideas, la carga teórica de las observaciones también ha sido estudiada por los Filósofos y sociólogos de la ciencia (ver R.E. Grady, 1973, citado por Pinch, 1985). El conjunto de teorías utilizadas para producir una relación de observación puede ser más o menos importante, más o menos discutible. Lo que da a la observación una impresión de inmediatez es que no se cuestionan las teorías que sirven de base para la interpretación; la observación es cierta interpretación teórica no contestada (al menos de momento). Una observación sería por lo tanto, una forma de mirar el mundo, integrándolo en la visión teórica. La ciencia se inicia con la OBSERVACIÓN. Para ello se requiere que el observador científico tenga los órganos de los sentidos en condiciones normales y esté libre de prejuicios. A los enunciados a los que se llega mediante la observación se los conoce bajo la denominación de enunciados observacionales, de los cuales se derivarán, mediante la generalización, teorías y leyes que constituirán el conocimiento científico.

Se puede distinguir entre dos tipos de enunciados observacionales: (a) los singulares, derivados de la observación de un determinado fenómeno, en un determinado momento y lugar y (b) los generales, que hacen referencia a todos los acontecimientos de un determinado tipo en todos los lugares y en todos los tiempos. Las leyes y teorías que forman el conocimiento científico son enunciados de este tipo, que se llaman universales. Las condiciones que deben cumplir los enunciados observacionales singulares para establecer generalizaciones universales son tres y son las siguientes:

a) Que el número de enunciados observacionales sea grande, vale decir, no es lícito establecer una generalización a partir de una sola observación. Se trata de una condición necesaria.

b) Que las observaciones se repitan en una amplia variedad de condiciones.

c) Que ningún enunciado observacional aceptado contradiga la ley universal derivada.

Ésta es una condición esencial. El tipo de razonamiento que nos permite ir de los enunciados singulares a los Universales, es decir, de la parte al todo.

Es por esto que surgen las siguientes interrogantes: ¿Puede la ciencia llegar a alcanzar la verdad? ¿Qué aporte le da la ciencia al ser humano para lograr liberarse de la opresión de si mismo? ¿Cuál es la rol del científico en la historia humana? ¿Qué papel juego la ética en el desempeño del científico?

El objetivo de la obra: Construcción del Conocimiento Científico de Gérard Fourez es promover una reflexión personal y autónoma de científicos y no científicos que no son especialistas en filosofía para obtener una visión “lo más objetiva posible” de distintas corrientes de la filosofía, de la sociología y de la psicología de la ciencia y de tratar de ofrecer una visión coherente del campo elegido, induciendo al lector a situarse de forma autónoma respecto a dicha visión. Por lo tanto es una obra de reflexión filosófica y ética.

PENSAMIENTO COMPLEJO. Autor: Edgar Morin. (2001) Edición Española.

El pensamiento y propuestas de Edgar Morín se enmarcan dentro de lo que se llama la
Ciencia de la complejidad, la cual fue conformándose alrededor de las décadas 50-60 del Siglo XX, cuando el Método Científico clásico y su enfoque reduccionista entra en crisis ya que éste no permitía, desde distintas especializadas e incomunicadas disciplinas, comprender fenómenos políticos, económicos, naturales, sociales los que eran estudiados por separado, no pudiendo dar cuenta de fenómenos que solo se daban a partir de la interacción de grandes colectividades de elementos, pues tal enfoque reduccionista explicaba el todo a partir de sus partes, sin tomar en cuenta que un elemento estudiado por separado, individualmente, no genera propiedades que emergen solo cuando entran en interacción con otros elementos, el ejemplo típico del pánico, las guerras, las actuales grandes

Al respecto, Edgar Morin partiendo del estudio de la Cibernética, la Teoría de los Sistemas, la teoría de la Información, la Física Quántica, la Termodinámica, la Auto-organización de la Biología y el Orden a partir del Ruido construye un nuevo paradigma: la Complejidad, siendo este el punto fundamental para la creación del método del Pensamiento Complejo. Su idea central es la transformación del saber, hacerlo Interdisciplinario y transdisciplinario y propone la modificación del pensamiento del hombre a un pensamiento complejo.

Para Morin ya no hay un orden en el universo el caos, el desorden, el ruido y el azar obliga al hombre a negociar constantemente con la incertidumbre. No se puede estudiar al hombre partiendo solo de la Biología, o del mundo físico, o desde el Cosmos, debe ser estudiado como un ser Antropo-biológico-cosmológico y esto ocurre porque la Antropología se hace compleja. Entonces como no existe un fundamento único ni último del conocimiento y este a su vez no es cerrado, es necesario conceptuar todo el conocimiento particular. La complejidad no va a sustituir a la Lógica deductiva, ni busca establecer un ejercicio dialógico entre lo simple y lo complejo.

Según Morín la realidad no es simple puesto que consta de muchos elementos, y estos elementos no se encuentran aislado, sino interconectados entre sí, entonces si la realidad no es simple el conocimiento tampoco lo es, a su vez plantea superar el conocimiento simplificador que es unidimensional y simplista, por un pensamiento multidimensional y globalizante.

En este sentido, el Pensamiento Complejo cambia la visión del universo estable, en transformaciones permanentes, donde se unifican el orden y el desorden, el equilibrio y el desequilibrio, lo previsible y lo imprevisible, lo programable y las bifurcaciones aleatorias.

En el Pensamiento Complejo se expone la heterogeneidad, la interacción, el azar, todo objeto de conocimiento cualquiera que sea no se puede estudiar en sí mismo, sino en relación con su entorno, es por esto que la realidad es sistema, ya que la realidad esta en constante relación con su entorno, es decir la parte en el todo y el todo en la parte.

En el pensamiento Complejo Morin plantea tres principios los cuales son:

a) El Dialógico: permite mantener la dualidad en el seno de la unidad, es decir, no existe separación de contrarios, sino que los dos términos Co-existen sin dejar de ser antagónicos.

b) La Recursividad Organizacional: esta idea rompe con la idea lineal de causa y efecto, es decir, todo lo que es producido se vuelve producto, el efecto se vuelve causa y la causa se vuelve efecto, el individuo hace cultura y la cultura hace al individuo, es lo que Morin denomina el proceso remolino.

c) El Principio Hologramático: el principio hologramático ve las partes en el todo y el todo en las partes, por lo tanto, supera al principio holistico que no ve más que el todo y al principio reduccionista que no ve más que las partes. Los principios del pensamiento complejo plantean nuevos conceptos como lo son el concepto paradigma y el concepto sujeto. El concepto paradigma es una estructura mental y cultural por la cual se mira la realidad para Morin estos paradigmas son inconscientes.

El concepto sujeto es considerado por Morin como toda realidad viviente, cualquiera que sea y que posee tres características su autonomía, individualidad y su capacidad de procesar información lo que hace que el hombre sea un sujeto de mayor complejidad. El pensamiento complejo es capaz de unir conceptos que se rechazan entre sí y que son catalogados como comportamientos cerrados por un pensamiento no complejo, no se trata de rechazar lo simple, sino de verlo articulado con otros elementos, no se trata de separar sino de enlazar al mismo tiempo. Los individuos deben mantener una mente abierta, que les permita apreciar todos los fenómenos que ocurren a su alrededor, distinguirlos y enlazarlos en eso consiste el pensamiento complejo.

La naturaleza humana debe ser multidimensional, y no mirar en una sola dirección, debe poseer una lógica generativa, dialéctica y arborescente y auto-eco-organizador. El todo esta en el interior de las partes que esta en el interior del todo, es decir, cada parte constituye un sistema y este a su vez un todo. El universo esta en un constante orden, desorden y organización, es a partir de la auto-eco-organización que se va incluyendo todos los aspectos del sujeto que emerge a tiempo con el mundo. El sujeto y el objeto aparecen como dos emergencias inseparables de la relación sistema auto-organizador-ecosistema

Morin señala: “el pensamiento complejo es ante todo un pensamiento que relaciona. Es el significado más cercano del término complexus (lo que está tejido en conjunto). Esto quiere decir que en oposición al modo de pensar tradicional, que divide el campo de los conocimientos en disciplinas atrincheradas y clasificadas, el pensamiento complejo es un modo de religación. Está pues contra el aislamiento de los objetos de conocimiento; reponiéndoles en su contexto, y de ser posible en la globalidad a la que pertenecen.”

En cuanto a la Comlejidad, se le suele asociar al concepto de „problema“. Se ve entonces un problema como complejo cuando parece que podemos elegir entre varias soluciones y que uno tendría que compararlas para elegir la más apropiada..
En el campo de las organizaciones, en las empresas, en las Administraciones públicas, en los centros de trabajo (producción, logística, financiación etc.), la complejidad se manifiesta en la multiplicidad de productos o servicios a gestionar, en las largas cadenas de creación de valor. Y, sobre todo, se habla ahí de complejidad cuando los nudos de dirección superior de estos sistemas se enfrentan con tareas de organización y coordinación, planificación y control o revisión que superan todas sus capacidades de supervisión y control –un fenómeno habitual tras fusiones decididas por aparentes razones de sinergia entre empresas con líneas de creación de valor muy distintas. También es la complejidad“ de los problemas la disculpa que se escucha muchas veces en el campo de las acciones estatales a través de los distintos organismos de su Administración“.

En otras palabras, el pensamiento de Morin se basa en la idea de las “Tres Teorías”, argumentando que todavía nos encontramos en un nivel prehistórico con respecto al espíritu humano y solo la Complejidad puede civilizar el conocimiento. Esta complejidad permite adentrarnos en el desarrollo de la naturaleza humana multidimensional, la lógica generativa, dialéctica y arborescente: el universo es una mezcla de caos y orden.

Respecto al término "complejidad", las dificultades no sólo se derivan del significado que le han atribuido otros autores, sino de su popularización, incluso en sectores académicos de gran reputa­ción, lo definen como un sinónimo de "complicado". Al respecto, Edgar Morin (1991), uno de los filósofos más prominentes de la actuali­dad, se re­fiere a la complejidad en los siguientes términos:

La complejidad se impone de entrada como imposibilidad de simpli­ficar; ella surge allí donde la unidad compleja produce sus emergen­cias, allí donde se pierden las distinciones y claridades en las identi­dades y causalidades, allí donde los desórdenes y las incertidumbres perturban los fenómenos, allí donde el sujeto-observador sorprende su propio rostro en el objeto de observación, allí donde las antino­mias hacen divagar el curso del razonamiento. (p. 377)

Y más adelante agrega:

La complejidad emerge como obscurecimiento, desorden, incerti­dumbre, antinomia. Esto mismo, que ha provocado la ruina de la física clásica, construye la complejidad de la physis nueva. Lo que equivale a decir que … fecunda un nuevo tipo de comprensión y de explicación que es el pensamiento complejo el cual se forja y se desarrolla en el movimiento mismo donde un nuevo saber sobre la organización y una nueva organización del saber se nutren mutuamente (p. 378)

Con estas extrapolaciones y generalizaciones, es indiscutible que Edgar Morin contribuyó a demoler las bases del ra­cionalismo tradicional que había penetrado tan profundamente en el sistema educativo francés (fundamentado en el Discurso del Método de Descartes). Sin embargo, su crítica no ofrece una formulación pre­cisa de los problemas que enuncia (problemas que el cartesianismo de­jó pendientes y que corresponden al campo de la teoría del conocimien­to) como para conducir a una metodología de trabajo aplicable a las situaciones concretas que él considera como "complejas".
Quien más se acerca al objetivo de consolidar una propuesta metodológica de estas problemáticas es Jean Louis Le Moigne, organiza­dor y presidente del Programa Europeo Modélisation de la Complexi­té y el más fiel de los colaboradores de Morin. Al respecto, Le Moigne, en su obra La Théorie du Systeme Général (1977), se inspira en los planteos clá­sicos de Bertalanffy y menciona, como autores de "las obras esencia­les" de referencia, un abanico de nombres que incluye a Jean Piaget, Gastón Bachelard, Alexander Koyré, Paul Válery, y el premio Nobel de Economía, Herbert Simon. Sin embargo, Le Moigne no dilucida en qué sentido considera que dichos autores desarrollan una fundamen­tación clara de lo que pudiera significar una alternativa metodológica frente a la problemática de la complejidad.

En nuestra concepción de los sistemas complejos, lo que está en jue­go es la relación entre el objeto de estudio y las disciplinas a partir de las cuales realizamos el estudio. En dicha relación, la complejidad está aso­ciada con la imposibilidad de considerar aspectos particulares de un fe­nómeno, proceso o situación a partir de una disciplina específica.

Al respecto, Maturana, H (1995) señala que “las ciencias de la complejidad y al entendimiento de la experiencia humana, se deriva de su explicación del observador a través de lo que él llama el dominio de las ontologías constitutivas” (p. 324). Este dominio aparece cuando él responde a la pregunta sobre qué es lo que los humanos hacen como observadores. En su mirada, el observador es revelado como alguien que opera en el lenguaje como participante constitutivo en todo lo que él o ella realiza como ser humano.

En otros términos, en el "mundo real", las situaciones y los proce­sos no se presentan de manera que puedan ser clasificados por su co­rrespondencia con alguna disciplina en particular. En ese sentido, po­demos hablar de una realidad compleja. Un sistema complejo es una representación de un recorte de esa realidad, conceptualizado como una totalidad organizada (de ahí la denominación de sistema), en la cual los elementos no son "separables" y, por tanto, no pueden ser es­tudiados aisladamente.

Por ello, el pensamiento complejo está basado en un pensamiento racional, donde adquieren especial importancia las conexiones, el establecimiento de redes entre los conceptos, las ideas, y la visión del universo conectada. El pensamiento complejo según Garciandía, J (2005) “establece una cosmovisión que involucra una actitud frente al mundo, la naturaleza y el conocimiento mismo desde la posición de un observador que pretende ver relaciones entre lo observado” (p. 33). En este sentido, este método se basa en tres principios, ellos son el principio dialógico, el principio recursivo, el principio hologramático y el principio conector.

Estos principios se fundamentan en que una visión compleja del universo requiere también un acceso complejo, un pensar complejo cuya habilidad resida en la integración que se hace en el acto mismo de conocer de las miradas parciales sobre las cosas. El pensar complejo viene en rescate de la parcela de desconocimiento presente en todo conocer. No se trata de un pensar completo, como lo expresamos en el capítulo dedicado a ello, el pensamiento complejo no es un pensar pletórico, con pretensiones totalitarias, trata de comprender el tejido del universo.

El ser humano tiene varias dimensiones de pensamiento cuya naturaleza ha sido descrita como pensamiento infantil, animismo, pensamiento de los pueblos primitivos, pensamiento esquizofrénico, proceso primario, proceso secundario, pensamiento lógico, dialéctico o complejo. Todos estos pensamientos están pre­sentes en la vida cotidiana del individuo en diferentes momentos del día. No es extraño encontrar a una persona que en un instante puede mostrarse muy lógica, en otro animista y en otro infantil. El pensamiento complejo, en algún sentido, representa la posición más integradora del pensar humano, con lo cual vendría a complementar a todos los demás.

La complejidad, por tanto, es una aceptación de algo presente en los fenóme­nos del universo. Al nombrarla emerge del ostracismo en el que se hallaba alejada, sólo recibíamos tímidas noticias desde disciplinas excluidas del acto de conocer, detentado casi en exclusividad por la ciencia. Quizá una de las incomodidades que justificaba su exilio fuese la naturaleza contradictoria, más fácil de aceptar en otros ámbitos que por su naturaleza conectora podían soportada.

Por ejemplo, una metáfora de un poema resulta insoportable para la ciencia, congrega imágenes, sensacio­nes, ideas, sentimientos, reunidos a pesar de ser contradictorios, antagónicos y complementarios al mismo tiempo. Un cuadro cubista descompone la figura y la reorganiza saltando todos los cánones de la percepción espacial, agrede el cono­cimiento de la ciencia sobre el espacio. Un ritual carnavalesco donde el travestis­mo, la ambigüedad y la contradicción de la identidad sexual son permitidos en un tiempo y un espacio sacados de la cotidianeidad espacio-temporal. La contradictoria naturaleza de la mente es sometida al estudio de la materia cerebral o expulsada al ámbito de la filosofía.

Considerando lo anterior, la complejidad llega para asumir ese otro camino hacia el conocimiento, el camino que transita por los derroteros de las ingentes cantidades de interacciones, relaciones, conexiones e interrelaciones que operan en el universo. Con ello con­cede pasaporte a la incertidumbre, lo incompleto, lo indeterminado, lo azaroso, lo impreciso, lo insuficiente, lo contradictorio, lo confuso, la organización, el desorden y el orden.

Su virtud como método reside en la capacidad que posee para ir más allá del reduccionismo sin olvidarlo, más allá del holismo sin olvidado y conectados en un concurso dialéctico de antagonismos y transvases al servicio de la síntesis y la integración para conocer. El pensamiento complejo, desde esta perspectiva, es el nexo, el vínculo, el puente que todo ser que quiera conocer deberá transitar entre la ciencia (nutrida en un pensamiento analítico y reduccionista) y la sistémica (alimentada de un pensamiento globalizador, unificador y conector). Algo así como la visión binocular permitirá la capta ión más profunda, sintética e integrada del objeto. Esto facilita la perspectiva de un fenómeno complejo que, a pesar de ser inmaterial, es inmanente a la fisiología, material. No en toda su completud se elimina el punto ciego, pero se reduce su influjo y se amplía la mirada, se ve más del objeto, así no se vea.

Entonces, del pensar simplificador a la complejidad, hay un salto titánico en la mirada al universo ante el observador. Si desde la simplificación se pretende resca­tar la verdad del universo, la idea matriz de la complejidad no tiene pretensiones más allá de reconocer que la esencia de la realidad ni es simple, ni compleja, es inconcebible. Este punto de partida es ciertamente frustrante y opone una gran resistencia al ejercicio de la razón. Ha sido por ello, necesario recurrir al recono­cimiento y aceptación del diálogo con lo irracional e incomprensible para resaltar cómo la complejidad se muestra en el momento en que aparece la dificultad entre la razón lógica y la experiencia. Cuando no parecen tener conexión alguna" cuan­do las contradicciones descomponen la lógica en la dificultad de explicar la vida, el principio de la incertidumbre, la emergencia, entre otros fenómenos.

En el transcurso de la formación científica, se habitúa a nuestra mente a separar, distinguir, discernir, escindir, los objetos de su contorno, entorno y contexto. Para comprenderlo, se le aísla incluso de quien lo observa, a tal punto que lo reducimos a explicaciones simples como la que “el todo” se entiende merced a la constitución de sus partes. Así, puede decirse que la parte está en el todo. Como consecuencia, la ciencia adoptó en el pasado un paradigma fundamente arraigado en la observación, cree ver la realidad. Y lo que ve no es sino lo que el paradigma le permite ver ocultando aquello que no le permite o no puede ver.

La complejidad trata de sobreponerse a esa circunstancia y además de ver que parte está en el todo, mira que el todo está también en la parte que a su vez, bien se sumerge en el todo. No se puede permanecer más tiempo ajenos al hecho de que percibimos la realidad con la colaboración del universo y, por otra parte, tampoco podemos separar los objetos que pretendemos conocer de nuestras ­estructuras de conocimiento, en la que mantienen una dialógica lo racional y lo mitológico. Desde la perspectiva compleja todo está sumergido en interrelaciones. Por tanto, observando un objeto con esta lente vemos relaciones por todas partes, hacia el exterior y al interior del mismo. El objeto se muestra como sistema hacia el exterior en un conglomerado relacional que lo presenta como una globalidad, con una forma y como una emer­gencia de las interrelaciones que lo mantienen. Por ello, Morin (1977) manifiesta que:

La complejidad surge, pues, en el corazón de lo “uno” a la vez como relatividad, relacionalidad, diversidad, alteridad, duplicidad, ambigüedad, incertidumbre, antagonismo, y en la unión de estas nociones que son complementarias, con­currentes y antagónicas las unas respecto de las otras. El sistema es el ser complejo, que es más, menos, distinto de sí mismo. Está a la vez abierto y cerrado. No hay organización sin anti-organización. No hay funcionamiento sin disfunción (p. 24)

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